viernes, 9 de mayo de 2014

Otoño

Desprenderse de lo que no hace falta.
Dejar que caigan por su propio peso las hojas de lo que ya no suma.
Renovarse.
Dejar entrar el aire fresco de la mañana y aprender a disfrutar de la espera de la salida del sol, mientras uno ya arrancó el día.

Medir el tiempo por el color de los árboles.
De verdes a amarillos, naranjas, morados o bordó si tienen suerte. O por sus ramas peladas.
El cambio les cuesta menos. Se desnudan, se adaptan, conviven, sabiendo que es un paso para lo que vendrá.


Tiempo de haikus, de mucho café, de lectura, de puertas adentro, de colores tierra.
De lana liviana y de zapatos cerrados como los que portan mis pies en esta foto imprevista, caminando de vuelta del trabajo.
Porque ah! ya no soy una chica corporativa que camina por las calles del microcentro porteño como escribí alguna vez. Ahora camino cerca del río, veo más cielo y menos edificios, menos gente y más árboles, más perros y menos autos.

Y cuánto lo disfrutamos mi alma y yo. 

Buen fin de semana,
Juli