domingo, 15 de abril de 2018

Sin todo resuelto

-Me gustan las cosas lindas, pero más me gustan las cosas reales.
-¿Entonces las cosas lindas no son reales?, le preguntó él.
-No necesariamente. O sea, sí son reales porque de hecho existen, pero no sé si son tan verdaderas.
-Uh, me cuesta seguirte el hilo cuando te ponés tan filosófica. Para mí es una excusa para no ordenar nunca.
-¡Bancá!, el orden me gusta. Me encanta. Admiro a la gente ordenada y consecuente con eso. Esa que lo mantiene, no como yo que tengo ataques de orden cada tanto. Yo hablo de otra cosa, de tratar de vivir como en las fotos de las revistas, de tener una vida instagrameable. 
-¿Viste el escobillón?
-Sí, tomá. Y ya que estás juntá el montoncito que dejé ahí por favor.



Que las cosas, cuando cuestan, se valoran más. No hay vuelta que darle. 
Que donde uno pone esfuerzo, pone el corazón.
Que tenemos salud, energía y vida para hacer realidad lo que soñamos.
Todo eso me gustaría que aprendiera Hilario. Por ahora jugamos, y él nos ve.